El microchip no es más que una pequeña cápsula similar al tamaño de un grano de arroz, es de duración ilimitada. En el interior del microchip se encuentra un código de letras y números que identifica para siempre a nuestro animal.
Se implanta en el animal de forma subcutánea mediante una jeringa especial, se le coloca en la parte lateral del cuello, junto a la base de la oreja, este microchip es de aplicación completamente indolora para nuestro animal.
Ese código se corresponde con un registro de datos en el que van a figurar los relativos al animal, al propietario, así como los tratamientos sanitarios a que se somete el perro; figuran en una base de datos en poder de los colegios de veterinarios.
Después de poner el microchip, el propietario recibe un documento de identidad del animal con los datos anteriores y a los que se añaden los del veterinario que ha puesto el microchip.
Una de las principales ventajas del microchip es que permite identificar al animal en caso de pérdida o robo.
Las autoridades sanitarias se benefician de este sistema porque permite el control sanitario de los animales y de esta manera pueden establecer programas de lucha y erradicación frente a posibles zoonosis¹.
También evita el abandono del animal, a través de las sanciones que impone la legislación vigente a la persona que figura como propietario en el registro de identificación, en caso de abandono del animal.
La lectura del microchip se hace con un lector adecuado, parecido a un lector de código de barras que la gran mayoría de clínicas veterinarias poseen.
Recordad que es responsabilidad del propietario ponerle el microchip al animal, una operación que harán siempre los veterinarios.
¹Zoonosis es cualquier enfermedad que puede transmitirse de animales a seres humanos
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